miércoles, 16 de abril de 2014

El choclito y su banda


El jefe del evento, Julio Arbizu, el ‘Choclito’ de esta historia, estuvo rodeado de Enrique Zileri, Augusto Álvarez Rodrich, Américo Zambrano, Augusto Thorndike, Marco Vásquez, César Romero, Carlos Castro y un agazapado Ricardo Uceda, quienes dieron rienda suelta a sus quejas en contra de personas que, según ellos, los denuncian cada vez que realizan indagaciones en su contra.
Lo que no mencionaron los quejosos es que la denuncia por difamación es la única arma con la que cuenta un ciudadano que es calumniado y vejado por un medio periodístico.
Hay un grupo de “periodistas” que se creen intocables, que están convencidos de que ellos pueden insultar a quien le venga en gana y nadie puede reprocharles absolutamente nada.
Esos “comunicadores” se han acostumbrado a decir, muchas veces sin sustento alguno, lo que se les ocurra de una persona que muchas veces se siente abrumada, desprotegida o desamparada ante el poder de cierta prensa.
Al desconocer sus derechos o sabiéndolos no se atreve a desafiar a quienes tiene el instrumento poderoso en sus manos (entiéndase esto como una revista, un diario o un canal de televisión).
Por eso, y para que no cunda el “mal ejemplo” de defenderse frente al abuso de un periodista, han “contratado” los servicios de un ex funcionario público al que le gusta la figuración, a quien no le importa averiguar los antecedentes de sus nuevos “defendidos”.
Guayabera sucia. Enrique Zileri Gibson, a quien alguna vez el periodista César Hildebrandt calificara como el “Pedro Navaja del periodismo peruano”, ha lloriqueado desde que pusimos en evidencia que se trataba de un gran deudor del Estado.
Sus empresas, por más que las camufle, le deben a la SUNAT más de 20 millones de soles. Ese es, y no otro, el origen de su campaña en contra nuestra.
¿Acaso ‘Choclito’ alguna vez ha denunciado esa escandalosa defraudación al Estado? ¿Acaso el exprocurador le ha dicho a ‘Guayabera Sucia’ que le pague al fisco antes de hacerse la víctima? Por supuesto que no.
Antes bien, Arbizu sale a defender a un especialista del “perromuerto” en contra de una persona que no le debe un centavo al Estado, a las AFP, la ONP, a ESSALUD ni a sus trabajadores como sí es el caso de los Zileri.
¿O es que ‘Choclito’ ignora que uno de sus nuevos patrocinados ha despedido trabajadores a los que no les ha pagado sus beneficios sociales y que luego de años de pelear en los tribunales encuentran que la empresa que los contrató está en liquidación?
¿Los trabajadores que han recurrido al Poder Judicial reclamando por sus derechos laborales también acosan a ‘Guayabera Sucia’?
Asimismo, ¿se ha preocupado “Choclito” por averiguar si el inmueble que le han rematado a su cliente no cubre ni siquiera el 2% de lo que este le debe a la SUNAT? ¿Se sentirá satisfecho alguien que ha sido procurador anticorrupción del Estado de saber que el dinero con que le remunerarán sus servicios proviene de lo que dejan de abonar por concepto de impuestos que todos los peruanos estamos obligados a pagar?
El ex procurador debería darse una vuelta por las fiscalías y juzgados del Callao, y comprobaría como su cliente, dueño de una revista venida a menos, estafó al Gobierno Regional del Callao al venderle en 8 nuevos soles 30 mil CD’s que les habían costado a ellos un sol cincuenta.
Como si eso no fuera suficiente, ni siquiera entregaron el producto y lo vendieron por su cuenta sin devolver los millones recibidos del gobierno regional.
El mapache. Otro patrocinado de “Choclito” es ni más ni menos que “El Mapache”, mamífero carnívoro que disfrazado de periodista acostumbra a morder a los acusados por tráfico ilícito dedrogas. Paola Ugaz, una estupenda y valiente periodista, puso al descubierto a su colega que a través de una empleada de Aerocontinente extorsionaba al ahora condenado por narcotráficoFernando Zevallos (a) “El Lunarejo”.
Dentro de los acompañantes del ex procurador Arbizu encontramos a Américo Zambrano, editor de Caretas quien fuera denunciado por la señora Blanca Burmester de pedirle plata para que no sacara los trapitos al aire de su organización que ya había sido denunciada por otros periodistas e incluso por autoridades norteamericanas de estar vinculada al narcotráfico.
¿Ese “periodista” puede sentir que lo amenaza una querella por difamación cuando ha jugado en las grandes ligas?
¿Y quién sería ‘Ojitos lindos’? Bueno, ese podría ser un calificativo que vendría bien a varios de los presentes en el cónclave del local sanisidrino todos ellos linajudos personajes reúnen entre sus pergaminos ser, por ejemplo.
Hijos políticos de primeros ministros del fujimorismo acusados de corrupción, ex funcionarios engreídos de procesos de privatización también de ese régimen, hijitos de escribidores por encargo o personajes que circulan por los alcantarillados del Poder Judicial medrando con favores de jueces a los que promocionan en sus páginas.
La “amenaza judicial”. La querella por difamación es la única arma que tiene el débil frente al poderoso. Si algún periodista con el pretexto de una investigación, sin siquiera preguntarte, te califica de mafioso o de malogrado, puedes recurrir ante un juez acusándolo.
Eso sí, el juez, antes de emitir sentencia, le permitirá al denunciado rectificarse o probar sus afirmaciones, de donde se desprende que no es un procedimiento que se pueda calificar como persecutorio.
Muchas veces, y eso “Choclito” podría haberlo consultado, los querellados, es decir sus ahora clientes, ni siquiera se han presentado a las citaciones de los jueces, y estos, amenazados por un periodicazo o un revistazo, no se atreven a disponer, como manda la ley, que los lleven de grado o fuerza.
Muchas veces esos procesos demoran años y a la larga prescriben los delitos de difamación y calumnia, sin que la persona agraviada pueda ser reivindicada ante la inoperancia de magistrados temerosos.
Acostumbrados a siempre salir airosos de esos procesos, ahora que alguien se les enfrenta con valentía y perseverancia lloran como las plañideras.
Foto: Juez justo.

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